domingo, 27 de septiembre de 2015

LA CULPA ES DEL EMPEDRADO

                                                           ¿El mundo contra mí?


Una vez más, Fernando Alonso echa la culpa  al empedrado; es decir, a causas ajenas a él. Como no conozco el tema a fondo, no puedo valorar hasta qué punto tiene razón, pero es curioso que desde hace algún tiempo suela atribuir sus malos resultados a factores externos. Seguramente, hay mucho de cierto, sobre todo en un deporte en el que la máquina influye tanto, pero ¿él lo hace todo bien? ¿o también hay algo que podría mejorar?

La falta de autocrítica y, como consecuencia de esta, de capacidad para crecer centrándonos en lo que depende de nosotros, no es exclusiva de ejemplos como este, sino que en algún momento está presente en la mayoría de las personas. Nos quejamos de lo externo y nos lamentamos de las adversidades que no podemos controlar, en lugar de analizar de frente lo bueno y lo malo que hacemos y, a partir de ahí, diseñar una estrategia en la que podamos incidir. Evidentemente, existen causas ajenas que no se deben ignorar, y estas pueden tener mucho más peso sobre los resultados que nuestro propio comportamiento, algo que hay que aceptar, pero la única forma de tener alguna probabilidad de superar la adversidad es dedicando nuestra atención y esfuerzo a lo que podemos hacer.

--- Es que fíjate… (bla, bla, bla: la mala suerte; lo mal que lo hacen otros, esto es imposible, sucedió tal contratiempo, no tiene remedio, el mundo está contra mí…) --- me comentaba un amigo insatisfecho con su situación laboral.

--- Bien, no dudo que sea verdad todo eso --- le contesté --- ¿Qué es lo mejor que podrías hacer?

--- ¿Hacer? Creo que nada. Las cosas son así y yo no las puedo cambiar --- respondió.

--- Por lo que me dices, las cosas son así y tú no las puedes cambiar. ¿Qué podrías hacer entonces?

--- Pues irme de la compañía… o aguantar y quedarme.

--- Ajá: irte o quedarte. Si decidieras quedarte, ¿podrías hacer algo para mejorar esa situación? --- insistí.

--- Mira, cambiarlo no puedo, pero tendría que pensar en hacer algo para que no me afecte tanto --- respondió mi amigo tras reflexionar.

Finalmente, la conversación provocó que mi amigo pensara qué podría hacer él, y se le ocurrieron varias ideas que puso en marcha; meses más tarde, me dijo que le iba mucho mejor. 

Es cierto que hay muchas cosas que no dependen de nosotros, pero casi siempre hay más cosas de las que inicialmente pensamos que sí podríamos hacer, bien para modificar o aliviar las situaciones adversas, bien para que no nos afecten negativamente e incluso podamos aprovecharlas como una oportunidad.

El problema, muchas veces, es que nos aferramos a lo más fácil: “la culpa es de otros; no puedo hacer nada”, en lugar de enfrentarnos a una autocrítica constructiva y buscar soluciones que dependan de nosotros. En muchos casos, lo que no podemos controlar eclipsa y nos impide ver lo que podríamos hacer, y la emoción negativa que se desprende de eso favorece la comodidad de los balones fuera y paraliza la búsqueda incómoda de opciones que no son las que en principio más nos gustan. Nos gustaría que las cosas fueran de una determinada manera, pero no lo son; y el sobreesfuerzo de buscar remedios que aparentemente no alcanzan ese listón resulta costoso. Lo más sencillo es asumir que no se puede hacer nada y punto; y si existe una justificación con peso, ¡miel sobre hojuelas!

Todos estamos expuestos a esta trampa mental, pero un síntoma de crecimiento es ser capaces de darnos cuenta y, cuando suceda, reaccionar dándonos una segunda oportunidad de reflexionar. “¿Qué he hecho bien que podría repetir?” “¿Qué he hecho mal que podría mejorar?” “¿Cómo podría mejorarlo?” “¿Qué no depende de mí y por tanto tengo que aceptar?” ¿Qué depende de mí y por tanto puedo poner en práctica?” “¿Cuál podría ser mi mejor plan?” “¿Qué dificultades me podría encontrar?” “Si esas dificultades se presentasen ¿qué podría hacer yo para manejarlas lo mejor posible?”.

Casi siempre se puede hacer algo. Con mayor o menor impacto, pero casi siempre hay algo que ha dependido o depende de nosotros. El talante positivo no consiste en engañarse a uno mismo pensando que todo es posible cuando en muchos casos no lo es, sino en aceptar la realidad y centrarse en lo que depende de nosotros para, en la medida posible, poder cambiarla, minimizar su impacto negativo o aprovecharla a nuestro favor. ¿O le echamos la culpa al empedrado?

Chema Buceta
27-9-2015

Twitter: @chemabuceta

www.psicologiadelcoaching.es