lunes, 30 de julio de 2012

"ME CONCENTRO EN LO MIO, IGNORO LO DEMÁS"





La concentración de los deportistas es un aspecto esencial para conseguir el máximo rendimiento. Y más en una gran competición como los Juegos Olímpicos, donde las diferencias son tan escasas y el estrés muy elevado. En la prueba de ciclismo en ruta, por ejemplo, pudimos ver como una pequeña distracción en los últimos metros, le costó al colombiano Uran la medalla de oro. Cada deporte, según sus características, tiene unas demandas de concentración específicas; y es importante comprenderlas bien para prepararse convenientemente. 
En la jornada de hoy, hemos asistido a la final por equipos de gimnasia artística masculina. Una característica de la gimnasia es que se compite a la vez en varios aparatos; es decir, mientras un equipo actúa en la barra fija, otro lo hace en el suelo, otro en las anillas, etc. por lo que es habitual que los gimnastas realicen sus ejercicios en presencia de estímulos que corresponden a sus rivales. Por ejemplo, puede haber uno actuando en las anillas, al tiempo que se produce un gran aplauso del público para premiar a otro que acaba de terminar en las barras paralelas. En condiciones como ésta, los gimnastas deben ser capaces de concentrarse en lo suyo sin distraerse con lo ajeno; y controlar, además, las emociones intensas que suelen estar presentes en las grandes competiciones, que también pueden interferir negativamente en un buena concentración.
En la última rotación de la competición de hoy, China ocupaba el primer lugar con una cómoda ventaja que auguraba el oro. En segunda posición estaba Japón, con un margen razonable pero no seguro para conseguir la plata. Y en la lucha por el bronce, muy igualados, Ucrania y el anfitrión Gran Bretaña. El ambiente era impresionante. Los gimnastas británicos actuaban en el suelo y el público ovacionaba cada uno de sus espectaculares movimientos. Al finalizar, los aplausos y el clamor eran un auténtico estruendo que se acentuaba todavía más cuando se conocían las puntuaciones que acercaban a los locales a una histórica medalla. Mientras tanto, los ucranianos en las anillas y los japoneses en el caballo con arcos, realizaban sus respectivos ejercicios. Fue fantástico ver la excelente actuación del último de los ucranianos aislándose de tanta distracción; y también a los propios británicos sin perder un ápice de concentración en ese clima de euforia. Por el contrario, los japoneses cometieron errores importantes que pudieron costarles la medalla. Seguramente, al temor a perder la ventaja que llevaban se sumó el impacto del ambiente adverso. Sus caras agarrotadas lo decían todo.  Por suerte para ellos, tenían suficiente margen, pero estuvieron a punto de fracasar.  
A la impactante belleza de la gimnasia se ha unido hoy el gran espectáculo de la fortaleza mental: de esa increíble capacidad de concentración y autocontrol emocional que en su mayoría han mostrado los gimnastas; y se ha vuelto a comprobar la importancia de la preparación mental para poder aspirar a lo más alto.

Chema Buceta
30-7-2012

domingo, 29 de julio de 2012

¡QUÉ CERCA HA ESTADO LA MEDALLA!





Los Juegos son algo grande, y como tal, también tienen su cara cruel. Muchas veces, la diferencia entre el éxito y el fracaso es muy pequeña, mínima, casi inapreciable. Es el caso de los que se quedan a las puertas de las medallas o los diplomas: unas centésimas de punto, un segundo, una canasta, un leve error, una decisión adversa de los jueces… Ésto ha sido, precisamente, lo que le ha pasado hoy al judoka español Sugoi Uriarte. Hizo una competición muy buena, cayó en la semifinal por la mínima y perdió la medalla de bronce por  decisión de los jueces tras haber empatado con su rival. Al parecer, una penalización recibida a pocos segundos del final, pudo influir en una decisión que podría haber caído de cualquier lado. Un caso similar fue ayer el del equipo español masculino de gimnasia artística: tras una brillante actuación se quedaron a pocas centésimas de entrar en la final y conseguir el diploma olímpico, su gran objetivo. Cuando la meta ha estado tan cerca, escapándose por los pelos, el golpe psicológico que acompaña al resultado adverso suele ser muy fuerte. He conocido a muchos deportistas que lo han sufrido y han tardado mucho en recuperarse. Si tienen la suerte de competir en otras pruebas, pueden desquitarse en parte con un buen resultado en éstas; y si pertenecen a deportes en los que los Juegos Olímpicos no tienen tanto peso (tenis, fútbol…) enseguida se sumergen en su mundo y éste les absorbe. Pero si no es así, la secuela que queda suele ser muy grande: la herida tarda en cerrarse; y la cicatriz queda para siempre. Aunque algunos deportistas intentan ser positivos inmediatamente, suele ser inevitable un periodo caracterizado, según los casos, por el dolor, la rabia, la culpabilidad, la sensación de fracaso, las dudas, la irritabilidad, la desgana, el desánimo, la depresión… Es un periodo de duelo y aceptación que en muchos casos se prolonga durante meses. Un tiempo que el deportista debe darse a sí mismo, necesario para que la herida comience a cerrarse. Para ayudarle,  el apoyo de las personas que le rodean, siempre que no le agobien, es fundamental; y también puede ser muy valioso el trabajo  con un psicólogo. Después, si el deportista continua en el deporte de élite, debe buscar nuevos retos que con el tiempo le ayuden a sacarse la espina en la medida posible. A veces, sobre todo para los que se retiran, la asignatura queda pendiente, y es en otras facetas de la vida en las que surge la oportunidad de resarcirse. En cualquier caso, siendo muy cruel, la experiencia conlleva un gran aprendizaje, una increíble oportunidad de fortalecerse mentalmente, de crecer como deportista y como persona; y el paso del tiempo la sitúa en el lugar destacado que merece: una experiencia única en la vida, la de haber sido capaz de competir al más alto nivel en unos Juegos Olímpicos. ¡Ánimo, muchachos! ¡La vida sigue!

Chema Buceta
29-7-2012


sábado, 28 de julio de 2012

PHELPS: EXPECTATIVAS NO CUMPLIDAS





Han comenzado los Juegos y los resultados ya mandan sobre las expectativas previas. La discrepancia más relevante es la ausencia del campeonísimo Phelps en el podio de los 400 metros estilos. Aunque se preveía que en esta prueba podía no ganar la medalla de oro, nadie esperaba que ni siquiera obtuviera la de bronce; pero así ha sido. El mismo ha reconocido que no ha estado bien ni en la final ni en las eliminatorias. Un mal día. Según he leído, llegó a los Juegos con el objetivo de conseguir siete medallas en siete pruebas; por lo que la decepción de este primer día es muy significativa. ¿Y qué sucede ahora? Precisamente ahora es cuando vamos a ver el grado de fortaleza mental de este gran deportista. Casi siempre ha competido con la confianza que le ha dado el cumplimiento de sus expectativas de éxito. Ahora deberá hacerlo a partir de una gran frustración. La clave estará en que sea capaz de (1) aceptar rápidamente lo sucedido, (2) replantear sus objetivos buscando la motivación de los retos aún pendientes, y (3) centrarse en las competiciones siguientes sin mirar atrás.
En cuanto a los objetivos, si bien puede seguir aspirando a ganar las medallas que necesita para ser el más laureado de la Historia de los Juegos (creo que necesita tres) lo más apropiado será, como mejor estrategia, que concrete objetivos realistas para cada una de las pruebas restantes; y que lo haga progresivamente: es decir, prueba a prueba: pensando únicamente en la más inmediata. Es importante que estos objetivos sean realistas en función de sus posibilidades actuales, y no los que corresponderían a tiempos pasados. No obstante, le ayudará también recordar buenas actuaciones (las más recientes) para potenciar la autoconfianza. ¿Cómo reaccionará Phelps? Con independencia del resultado final, su primer reto es luchar consigo mismo para superar esta primera decepción y demostrar que la fortaleza psicológica de la que tanto ha hecho gala en el éxito, también está presente en la adversidad.
No sé si Mireia Belmonte, la nadadora española, tenía expectativas que no se han cumplido en los 400 metros estilos femeninos. Estar en su primera final olímpica debe considerarse un éxito; pero tras su buena actuación en las eliminatorias de la mañana, se esperaba una actuación mejor en la final, donde quedó última con un mal tiempo. Al igual que Phelps, Mireia debe pasar página y centrarse en la siguiente prueba; además, en su caso, ignorando el exceso de responsabilidad que se le está asignando. No debe nadar con la pesada losa de ser “la gran esperanza” de la natación española, ni pensando en las medallas; sino ocupándose, únicamente, de hacer buenos registros; pues sólo de esta manera podrán llegar sus mejores resultados.

Chema Buceta
28-7-2012


viernes, 27 de julio de 2012

¡COMIENZAN LOS JUEGOS!

Llegó el día D. ¡Por fin! En los tres Juegos Olímpicos que he participado (Barcelona como entrenador; Atlanta y Sidney como psicólogo) pude comprobar el extraordinario ambiente que se respira en la Villa Olímpica en los días previos. La alegría, la camaradería, y el optimismo rebosan por todas partes. Es un momento mágico en el que la euforia se contagia y los deportistas sueñan con un éxito que, factible o no, quieren ver a su alcance. Esta motivación tan especial, exclusiva de los Juegos, aporta una increíble energía que impulsa a los deportistas a dar lo mejor de sí mismos; pero también, en bastantes casos, se convierte en enemigo si éstos no son capaces de controlarla.
La motivación muy elevada e incontrolada provoca que los deportistas desarrollen expectativas de rendimiento poco realistas y una “falsa confianza” caracterizada por la huida hacia delante del “sí puedo” “seguro que lo consigo” sin una base real. Muchos se sienten muy bien en esa ficción placentera que, acorde con el entorno tan positivo que les rodea, han alimentado; evitando, además, el análisis objetivo y cualquier otro ejercicio de preparación racional que puedan acercarles a la incertidumbre y amenaza de fracaso propias de competiciones tan trascendentes (para la mayoría, una de las más importantes de su carrera; para muchos, la más importante).
La experiencia nos ha enseñado la relevancia de preparar bien a los deportistas antes de llegar a la Villa, de forma que puedan disfrutar de los muy motivantes estímulos allí presentes, pero sin que éstos les superen. Son momentos muy críticos en los que, más que nunca, los deportistas deben potenciar el autocontrol emocional, así como ser realistas y preparar su participación con objetividad, anticipando dificultades probables y centrándose en lo que depende de ellos, pues sólo así podrán desarrollar una sólida autoconfianza (en vez de una falsa confianza).
Asimismo, resulta clave que entrenadores, directivos, médicos, etc., transmitan tranquilidad en lugar de avivar una motivación ya muy alta que no necesita más leña. Precisamente, éste es uno de los errores más habituales de quienes, con su mejor intención, no dejan de dar ánimos, augurar éxitos, etc. agobiando a los deportistas e incluso haciendo que se sientan presionados por temor a no responder a lo que se espera de ellos. (He conocido a muchos que procuran evitar a estos “motivadores”, yéndose a otro comedor de la Villa, madrugando para no coincidir en el desayuno, sentándose lejos en el autobús y ¡hasta aislándose en el baño!).  Los deportistas agradecerán que quienes les rodean controlen su propia motivación y ansiedad, y les permitan estar tranquilos. ¡Mucha suerte a todos!



Chema Buceta
27-7-2012
www.palestraweb.com
www.psicologiadelcoaching.es

lunes, 23 de julio de 2012

COACHING PARA OPTIMIZAR EL RENDIMIENTO

El próximo viernes comienzan los Juegos Olímpicos, y me referiré a ellos en próximos artículos. Antes, hoy lunes, en Barco de Ávila (Ávila, España), comienza nuestro curso sobre Coaching dentro del programa de cursos de verano de la UNED; un curso de iniciación en el que participarán más de sesenta personas.
El Coaching es un procedimiento de intervención cuyo objetivo fundamental es contribuir a optimizar el rendimiento de las personas, los grupos y las organizaciones. A nivel individual puede aplicarse en cualquier contexto: laboral, familiar, personal… aunque el más habitual es el laboral, sobre todo con personas que tienen responsabilidades de liderazgo. A estas personas, el Coaching les ayuda a optimizar su rendimiento como directores de equipos que deben, a su vez, optimizar el suyo. Muchos directores son expertos en su área específica, pero carecen de habilidades suficientemente eficaces para dirigir. Los programas de formación sobre habilidades directivas contribuyen a este objetivo; y también el Coaching, a veces como complemento de tales programas. La ayuda de un coach permite mejorar el rendimiento en los procesos de autocontrol emocional, organización y planificación, anticipación de situaciones clave, gestión del éxito y el fracaso, toma de decisiones, puesta en marcha de medidas concretas, etc; procesos que son fundamentales para un liderazgo eficaz. Esta ayuda también puede ser muy útil para directores expertos que en un momento dado, por cualquier circunstancia (por ejemplo: buscar nuevos objetivos, enfrentarse a situaciones nuevas, dinamizar a sus equipos, encontrarse solos, etc.) necesiten un apoyo externo, y para cualquier persona que desee optimizar su funcionamiento en cualquier área. En general, el Coaching es especialmente apropiado cuando se deben afrontar cambios relevantes en lo profesional, lo personal o ambos, o se atraviesan momentos de duda e incertidumbre que requieren decisiones difíciles de tomar, sobre todo al estar presentes emociones intensas que dificultan la objetividad.
En el Coaching el protagonista no es el coach, sino su cliente (llamado coachee). El coach no es un consultor que le dice al coachee lo que tiene que hacer; sino que es éste quien debe encontrar las respuestas. El coach “simplemente” le ayuda, le acompaña: fundamentalmente poniéndose en el lugar del coachee para comprenderlo, haciéndole preguntas que le sitúen en la perspectiva apropiada y guardando silencios estratégicos que le inviten a reflexionar. Todo ello, más allá de las experiencias concretas en las que se centre esa ayuda, debe contribuir a un proceso global de optimización del autoconocimiento y los propios recursos para mejorar el funcionamiento personal y, si es el caso, el del equipo que se lidera.
Evidentemente, el coach no puede ser cualquiera, sino alguien con una muy buena preparación; aunque por desgracia no siempre es así, pues proliferan numerosos programas de formación de muy baja calidad; algo que ya han detectado muchas empresas que son potenciales clientes del Coaching. El coach no es un motivador, una cheer-leader que transmite entusiasmo, alguien que pretende insuflar optimismo o positivismo porque sí, que busca “profundizar” o “transformar” a su coachee, o llevarle por dónde él iría si estuviera en su lugar. El coach debe ser un profesional bien preparado en las técnicas de Coaching que se basan en la Psicología científica, la auténtica base de la buena práctica del Coaching, aunque muchos coaches, sin esa formación sólida, lo quieran obviar.
El Coaching pueden llegar a ejercerlo psicólogos y no psicólogos; los primeros deben aprender a incorporar sus conocimientos psicológicos a las técnicas y situaciones propias del Coaching; los segundos deben asimilar el conocimiento psicológico que requiere un coach para poder realizar su labor. No se trata de aprender cuatro recetas, tres metáforas y cinco jueguecitos, sino de aplicar la Psicología científica formando parte de un método de trabajo concreto. Y esto es así tanto para el Coaching individual como grupal o de equipos. Dentro de esta última modalidad, nuestro grupo se ha especializado mucho en el Coaching Outdoor, en el que a través de pruebas más o menos competitivas fuera del entorno habitual (normalmente al aire libre) los coachees viven experiencias impactantes que contribuyen a la reflexión sobre su rendimiento y la optimización de éste. Como resulta obvio, no se puede hacer de cualquier manera, sino que requiere un conocimiento y unas estrategias concretos para que sea eficaz. También aquí, se ha mal utilizado esta poderosa herramienta con múltiples actividades lúdicas que no han pasado de entretener a los participantes, sin provocar los procesos de reflexión y optimización propios del Coaching. Los juegos son sólo el medio; no el fin; pero para eso, claro, es necesario mucho más que simplemente organizar una actividad al aire libre.
En nuestros cursos de postgrado, Máster y Experto Universitario en Psicología del Coaching (véanse los detalles en www.psicologiadelcoaching.es), proporcionamos la oportunidad de una sólida formación en el campo del Coaching, con profesores de reconocido prestigio, una metodología de enseñanza a distancia con apuntes exclusivos, actividades presenciales de  apoyo y un gran soporte audiovisual, y el aval de un título universitario propio que concede una universidad pública de alcance internacional como es la UNED.


Chema Buceta

23-7-2012

martes, 17 de julio de 2012

MALAS PRÁCTICAS: MALA IMAGEN PARA TODOS

  En la última tertulia del programa “Al Límite” de radio Marca que con tan buen tino dirige el prestigioso periodista Fernando Soria, en la que desde hace tres meses tengo el honor de participar (domingos de 8 a 9 de la mañana; ideal para madrugadores y trasnochadores), se abordó la noticia de un médico y un entrenador españoles, Luis García del Moral y Pepe Martí, que han sido suspendidos a perpetuidad por la Agencia Antidopaje de los Estados Unidos (USADA) por participar en el dopaje del equipo US Postal. Por supuesto, estoy a favor de las medidas más contundentes contra quien transgrede la ley y se beneficia, y mucho, de practicas prohibidas que ponen en peligro la salud de los deportistas y dan una ventaja ilegal a los consumidores frente a los que siguen las reglas. No es necesario insistir sobre algo tan obvio para cualquier persona que respete los valores que deben regir el deporte, como somos la gran mayoría de los que lo practicamos o desempeñamos alguna función relacionada. Pero además del hecho en sí, lo que me disgusta es que no haya sido una institución española la que haya tomado medidas sancionadoras. Hablamos de “tolerancia O” y, sin embargo, son otros quienes detectan, denuncian y sancionan las irregularidades que cometemos. Y tanto el delito como la falta de reacción ante el mismo, que por desgracia se repiten más de los que queremos recordar, contribuyen a la mala imagen que tenemos en el exterior respecto a este asunto del dopaje. Las calumnias, el cuestionamiento de los éxitos, las dudas, las ironías y las bromas de mal gusto que con cierta frecuencia aguantan injustamente deportistas, entrenadores, médicos y dirigentes españoles honestos (la gran mayoría lo son) y el deporte español en general, tienen su origen en esta mala fama que hemos engordado con comportamientos como éstos y reacciones institucionales ausentes, muy tibias o desatinadas que han alimentado la idea, bastante extendida fuera de España, de que se intentan tapar los trapos sucios protegiendo a los que son culpables, aunque a veces se busquen cabezas de turco para demostrar lo contrario. Se puede argumentar, con bastante razón, que no se debe generalizar a partir del mal comportamiento aislado de unos pocos profesionales sin escrúpulos que en ningún caso representan al colectivos del deporte español, y el razonamiento es válido cuando se investiga y analiza la cuestión a fondo o se juzga en los tribunales. Sin embargo, la mente humana no funciona bajo esta premisa cuando para almacenar en la memoria hechos que le llaman la atención, utiliza “etiquetas” y “archivos” generales. Así, la mayoría de los que hayan conocido esta noticia, no recordarán u olvidarán muy pronto los nombres de esos supuestos infractores, pero para muchos habrá quedado registrado que un médico y un entrenador españoles han sido sancionados por sus malas prácticas con el dopaje; y eso se almacenará en el mismo “archivo” de otros registros similares en el pasado que al “abrir” dicho archivo volverán a activarse, alimentándose la generalización (los médicos y entrenadores españoles dopan a los deportistas; los deportistas españoles se dopan; en España hay mucho dopaje…) y fortaleciéndose la predisposición a interpretar en esa misma dirección cualquier noticia, duda o rumor futuros que se relacionen. En realidad, por mucho que queramos “ir por libre”, siempre pertenecemos a un determinado grupo de referencia con el que se nos identifica; y nuestro comportamiento individual no sólo se valora individualmente, sino que está expuesto a una valoración generalizada que se extiende al colectivo del que, queramos o no, formamos parte. Por ejemplo, puede ser el caso que estos desafortunados protagonistas sólo se preocupen de sí mismos y no asuman el impacto de su deplorable conducta en la imagen de los colectivos de referencia a los que pertenecen (los médicos y los entrenadores deportivos, los profesionales españoles, el deporte español, el deporte en general…); es más, es muy posible que les traiga sin cuidado todo esto; pero quieran o no, el impacto existe, y es una gran falta de respeto y responsabilidad hacia los demás y de ética profesional actuar sin tenerlo en cuenta. Más allá del dopaje, el asunto es útil para darnos cuenta del impacto de nuestro comportamiento en la imagen del colectivo con el que en base a alguna similitud se nos identifica: nuestra profesión, actividad, familia, equipo, empresa, país… Podemos ser buenos o malos embajadores de ese colectivo, pero en cualquier caso, queramos o no, lo representamos; pues no depende de nosotros, sino de cómo nos perciben otros. Y el impacto de nuestras acciones suele trascender más cuando éstas son incorrectas; aunque también, y esta es la buena noticia, tienen influencia las de signo contrario. Que nuestras acciones dejen huellas positivas que instiguen etiquetas y generalizaciones favorables, supone una contribución formidable de los que respetan a los demás y asumen una responsabilidad generosa que beneficia a todos.   Chema Buceta 18-7-2012

jueves, 12 de julio de 2012

ROGER FEDERER: ¡NO ME CONFORMO!


Roger Federer ha vuelto a ganar en Wimbledon y de nuevo se sitúa como número uno del ranking ATP; o lo que es lo mismo, el uno del mundo. Tras haberlo ganado todo y convertirse en uno de los mejores tenistas de todos los tiempos, indiscutible dominador en el periodo 2003-2008, sufrió un leve descenso que muchos pronosticaron como el principio del fin de su grandiosa carrera. Nadal y Djokovic, más jóvenes que él, le relegaron al tercer lugar, e incluso creo que llegó a bajar al cuarto. Por suerte, aunque sin corona, se mantuvo ahí; y en su papel de “actor secundario” nos siguió encandilando con su elegante y contundente tenis, ahora más al fondo de la pista con reveses y derechas impecables y, en dosis más restringidas, esos asombrosos saques y subidas a la red que antaño apabullaron a tantos. En este tiempo, aún cayendo en muchas semifinales, más que ganando torneos que tampoco faltaron aunque en menor cuantía, verlo continuó siendo la mejor degustación de los aficionados más exquisitos, los que de verdad entienden y gozan del juego con independencia del resultado. Esos que, seguramente, ya sólo aspiraban a que llegara a los últimos partidos de cada torneo para poder disfrutarlo más días. Porque lo más probable es que muy pocos, ni sus más adeptos, confiaran en que volvería a ser el número uno. Pero así son los más grandes: sorprendentes en su determinación y autodisciplina para conseguir lo que en la lógica de los demás está fuera del alcance. Por eso ahora, unos y otros, llenos de asombro, admiración y absoluta entrega, nos quitamos el sombrero ante este número uno que seguirá siéndolo aún cuando llegue a perder, como inevitablemente ocurrirá tarde o temprano, la posición en el ranking. ¿El mejor de todos los tiempos? ¿Superior a Pancho González, Rod Laver, Bjorn Borg o Pete Sampras?
La indiscutible hazaña de Roger Federer tiene el encomiable mérito de quien no se ha acomodado tras tanto éxito deportivo y sus correspondientes ganancias en dinero, prestigio, fama y distinciones de todo tipo. Un ejemplo de sana y productiva ambición por alcanzar nuevos retos que transmite la importancia de ser realista y luchar contra uno mismo para superar el conformismo y el acomodamiento, dos grandes enemigos del alto rendimiento en cualquier ámbito. En este caso, el otrora campeonísimo tuvo que aceptar la realidad de no serlo, de que la situación había cambiado y la jerarquía del éxito era otra; asumiendo la necesidad de partir de ahí para motivarse por un beneficio que ya había disfrutado en dosis altas y que, ahora, si llegaba, tendría una menor frecuencia, al elevado coste de un difícil proceso para poder intentarlo: incluyendo los sobreesfuerzos mentales relacionados con posibles cambios en su juego o sus hábitos, la frustración tras las derrotas, ilusionarse otra vez, volver a caer, levantarse de nuevo, desoír las voces internas con buenas excusas para la autojustificación y el escape, tolerar las críticas que le habían enterrado… Este desequilibrio adverso entre beneficios y costes no ha sido obstáculo, y quizá sí incentivo, para que Federer, sin quejarse por la altitud, el color de la tierra batida o cualquier otro factor ajeno, sin hacer ruido, haya sido capaz de generar la extraordinaria motivación que le ha impulsado. Tras su apariencia tranquila y mesurada el grito del gran campeón ha sido claro: ¡No me conformo!

Chema Buceta
12-7-2012

sábado, 7 de julio de 2012

CAMPEONES EN AUTOCONFIANZA

El triunfo de España en la Eurocopa de fútbol se ha basado en una gran autoconfianza. Por supuesto, en la altísima calidad de los jugadores, requisito imprescindible para estar al altísimo nivel que se encuentra este equipo, pero atributo insuficiente en los momentos más decisivos de las competiciones, cuando en ausencia de notables diferencias en lo físico, técnico y táctico, los aspectos psicológicos suelen tener el mayor peso.
La autoconfianza individual y colectiva es el aspecto psicológico con una mayor trascendencia en el momento de rendir al máximo en el deporte, el mundo empresarial o cualquier otro ámbito competitivo que demande excelencia.  Sin ella, es el estrés perjudicial quien suele tomar las riendas, influyendo negativamente en la toma de decisiones y la ejecución de éstas. Los éxitos, como en el caso de España en los últimos años, contribuyen a potenciar la autoconfianza siempre que los protagonistas perciban que para lograrlos hicieron cosas que pueden volver a repetir; de ahí la importancia de continuar con lo que funciona bien, como ha hecho Del Bosque (una de sus principales cualidades, ahora y siempre), manteniendo hombres, estilos de juego y normas de funcionamiento que han proporcionado éxitos en el reciente pasado. Pero por otra parte, el éxito también conlleva el riesgo de un exceso de confianza y/o un acomodamiento que pueden minimizar el rendimiento, lo que explica, entre otros factores, la decadencia y caída de los mejores proyectos; de ahí la importancia de la innovación, que aunque pueda parecer antagónica a la continuidad, debe hacerse compatible con ésta. La continuidad de lo que funciona bien constituye una base sólida para el desarrollo de la autoconfianza; mientras que la innovación obliga a un sobreesfuerzo (sobre todo, mental) para dominar lo que es nuevo, y supone un reto que además de su valor específico en lo estratégico, impide dormirse en los laurales del éxito. A su vez, para alcanzar este reto es necesario desarrollar una autoconfianza respecto al mismo que aumente las posibilidades de éxito (es decir, llegar a confiar en que se puede lograr).
En mi modesta opinión de observador externo, algo o mucho de esto ha podido suceder, a propósito o no, en el victorioso equipo de España en la Eurocopa. Por un lado, se apuesta por la continuidad y, por esta vía, se potencia la autoconfianza. Por otro, probablemente por la ausencia de Villa, la irregularidad de Torres en la temporada y querer darle más protagonismo a un gran jugador como es Fábregas, se apuesta por la innovación de jugar con un delantero “falso”, obligando al equipo a un sobreesfuerzo que le impide acomodarse con un exceso de confianza en las soluciones de antaño. Paralelamente, se desarrolla la autoconfianza en esta nueva forma de jugar. ¿Cómo? Apostando decididamente por ello, como ha hecho Del Bosque a pesar de las innumerables críticas externas, y probablemente, buscando datos favorables que pudieran avalar la credibilidad de la innovación, tanto en la experiencia del propio equipo (en entrenamientos y partidos anteriores donde se haya utilizado con éxito) como en la de los jugadores en sus clubes (el caso de los del Barcelona, jugando allí exitosamente con delanteros “falsos”). El resultado de todo ello es la extraordinaria autoconfianza que los jugadores han exhibido en los momentos más decisivos, incluyendo los penaltis contra Portugal y la final contra Italia, cuando parecía que el equipo estaba “en las últimas” y ¿sorprendentemente? sacó fuerzas que pocos esperábamos.
Se suele despedazar a los entrenadores cuando se pierde, y en ocasiones se les alaba cuando se gana. En este caso, al haber ganado, es fácil la alabanza; pero no por ello es inmerecida o exagerada; es más, habría sido apropiada incluso habiendo perdido, por ejemplo en los penaltis contra Portugal. El papel del entrenador, como el de cualquier director, es gestionar sus recursos lo mejor posible para poder sacarles el máximo partido, si bien esa gestión, sobre todo en el deporte, por buena que sea no puede garantizar el éxito final, al haber factores externos que el entrenador no puede controlar. Sí puede, y aquí radica el éxito de su gestión, sopesar y apostar decididamente por las estrategias que sin llegar a garantizar el éxito, considere las más adecuadas para poder alcanzarlo. Ese es su reto. Su acierto aumentará las posibilidades de triunfar, y su desacierto las disminuirá. En esta Eurocopa, con independencia del final feliz y  sin entrar a analizar la idoneidad táctica del delantero “falso”, la apuesta, en lo psicológico, ha sido muy apropiada: la solidez de la continuidad y la frescura de la innovación; la fortaleza conjunta de la autoconfianza en lo que ha funcionado bien y del sobreesfuerzo mental para dominar lo nuevo: la firme convicción, a pesar de las críticas, de que esta sabia mezcla nos llevaría al éxito. La insistencia del entrenador ha transmitido un mensaje muy claro a sus jugadores: “confío en vosotros, confío en nuestro sistema de juego, confío en que jugando así ganaremos”. Una interesante lección que se puede aplicar en numerosos ámbitos.
Chema Buceta
7-7-2012

jueves, 5 de julio de 2012

Presentación de este Blog

Queridos amigos: Con la generosa ayuda de Andrés López de la Llave que lo hace posible, abro este blog como vehículo para transmitir mis opiniones, comentarios e inquietudes durante este verano olímpico que se presenta tan interesante. El epicentro serán los Juegos de Londres y la actualidad deportiva, pero aprovecharé la excusa para ir más allá de lo meramente deportivo y adentrarme en otros ámbitos en los que el alto rendimiento y la excelencia también son, o deberían ser, protagonistas. Mi mayor satisfacción será que lo sigáis y, de acuerdo o no con los contenidos,disfrutéis con su lectura . De antemano, muchas gracias por la amabilidad de estar aquí y tenerlo en cuenta. Aprovecho para desearos a todo un buen verano (a los que estáis en el hemisferio sur, un invierno que no sea muy frío). Un fuerte abrazo Chema Buceta